La semana pasada informamos del proceso de la ex cajera del Correo Argentino en Villa María por presuntamente haberse quedado con casi 250.000 pesos destinados a asignaciones familiares.
Milagro Díaz, se desempeñaba en ventas y servicios donde habría malversado fondos públicos que eran destinados a personas carenciadas, y falsificado de documentos. Por lo que el juez Ramón Roque Rebak la proceso sin prisión preventiva y le impuso un embargo de 500.000 pesos.
Las sospechas sobre Díaz surgieron cuando una beneficiaria informó que no pudo cobrar los 31.213 pesos que ANSES había enviado al correo. Se le mostró un comprobante de pago con la identificación de la cajera “MILDIAZ” y una firma que la beneficiaria no reconoció como propia. Se reportaron casos similares con otras personas, donde se encontraron firmas falsificadas o pagos faltantes.
Díaz afirmó no conocer la identidad de la mayoría de las personas que presentaron quejas y sugirió que otra persona podría haber utilizado su clave para procesar los pagos. Sin embargo, el procedimiento establecido en el correo requiere que los cajeros verifiquen la identidad de la persona mediante su documento de identidad y reconocimiento facial antes de hacer el pago.
La fiscal Schianni argumentó que era poco probable que varias personas sin relación entre sí presentaran el documento de identidad de otra persona y usaran la clave de Díaz para robar el dinero.
Durante la investigación, se encontraron pruebas en la casa de Díaz, incluyendo formularios pre llenados para desechar quejas, copias del libro de Atención al Cliente con quejas y las respuestas de la cajera, y formularios en blanco idénticos, lo que generó sospechas de que podrían haber sido utilizados para reclamos futuros.
El Departamento de Análisis de Fraude del Correo concluyó que Díaz había realizado maniobras fraudulentas para encubrir el desfalco y que había falsificado firmas en los comprobantes de pago.
El correo confirmó que Díaz trabajó en los días y horarios en los que ocurrieron las irregularidades y que ella manejó los pagos cuestionados. Indicaron que la clave única e intransferible utilizada para procesar los pagos fue generada por la empleada, y si Díaz creía que alguien más conocía su clave, debería haberla cambiado.
El correo consideró legítimas las quejas de los beneficiarios y despidió a Díaz por intentar defraudar el sistema para beneficio personal.
Un detalle interesante que surgió durante la investigación fue la aparición del nombre de usuario “HECDIAZ” en uno de los comprobantes, que pertenecía al padre de Díaz, un supervisor de carteros que no trabajaba en el mostrador de cajas.
Díaz admitió conocer la contraseña de su padre y usarla irregularmente para procesos de pago, especialmente para dos beneficiarios. En un intento de evitar que las quejas prosperaran, su padre solicitó un préstamo para ayudarla a hacer los pagos, que Díaz luego entregó a los beneficiarios antes de desechar las quejas utilizando el libro de Atención al Cliente.
En general, las pruebas acumuladas y la serie de incidentes similares llevaron a la conclusión de que Díaz había ideado un modus operandi para apropiarse de un total de 241.830 pesos.