Un informe del periodista Jorge Luis Niebuhr, publicado en Perfil, plantea que Cristina Fernández de Kirchner se convirtió en la primera ex mandataria argentina condenada por corrupción y, tras la confirmación unánime de la Corte Suprema, en la primera proscripta en tiempos democráticos.
Se trata de una figura política con una base de apoyo electoral sólida, que ronda el 30%, y cuyo futuro político quedó sellado por una condena que le impide postularse a cargos públicos de por vida. El fallo marca un hito en la historia institucional del país: por primera vez, una dirigente de masas queda fuera del juego electoral a partir de una decisión judicial.
La historia reciente ofrece numerosos antecedentes de ex presidentes involucrados en causas judiciales, pero ninguno con el desenlace que enfrenta Cristina. Estela Martínez de Perón fue detenida durante la dictadura pero no proscripta, y decidió no ser candidata en 1983. Carlos Menem fue condenado, aunque nunca pasó más de unos días detenido y murió ocupando una banca en el Senado. Fernando de la Rúa, pese a la represión de diciembre de 2001, no recibió condenas. Mauricio Macri, con una decena de causas por presunta corrupción, tampoco fue llamado a declarar en ninguna de ellas, y una condena por contrabando agravado en 2001 fue luego revocada por la Corte Suprema.
La corrupción atraviesa los distintos gobiernos desde la época colonial y rara vez deriva en condenas firmes. Sin embargo, el caso de Cristina parece romper ese patrón de protección informal a los altos dirigentes. La Justicia federal es señalada por inclinar su accionar en una sola dirección, aplicando el máximo rigor sobre figuras vinculadas al peronismo y actuando con mayor indulgencia con otras.
En la actualidad, el contexto político también juega su parte. En el acto de asunción presidencial, Javier Milei fue captado por las cámaras diciéndole a Cristina “quedate tranquila”, una frase que generó múltiples interpretaciones. Si bien no hay indicios de que el Gobierno haya impulsado directamente su proscripción, su condición de líder opositora con alta imagen negativa y un techo electoral limitado podría incluso beneficiar al oficialismo en una eventual competencia.
La historia argentina ya conoció otros casos de proscripción de figuras populares, como Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi. Con el fallo que afecta a Cristina, se reabre un debate profundo sobre la equidad en la aplicación de la justicia y el estado real de la democracia en el país.