Desde que asumió la intendencia de Villa Nueva, Ignacio Tagni se propuso desmantelar la estructura corrupta que había heredado del ex intendente Natalio Graglia. Uno de los blancos fue el sistema de “cooperativas truchas”, que durante años funcionaron como una caja negra del Estado municipal. Pero lo que en un primer momento fue celebrado como un gesto de transparencia y orden, terminó revelando otra cara del poder: la consolidación de un modelo de explotación basado en contratos precarios y salarios de miseria.
Un informe publicado ayer por Soy Villa Nueva reveló que entre enero y abril de este año, Tagni incorporó por decreto a 255 trabajadores. En febrero ingresaron 143, en marzo 56, en enero 29 y en abril 27. La mayoría cumple funciones de barrido y limpieza. El salario promedio ronda los 200 mil pesos —muy por debajo de la canasta básica— y perciben apenas 2 mil pesos por hora extra trabajada.
Los datos surgen de la escasa información pública disponible en la web municipal, lo que también deja en evidencia otro problema de esta gestion municipal: la falta de transparencia.
Tras la publicación, varios trabajadores contratados se comunicaron con nuestra redacción, agradeciendo por poner en agenda lo que viven a diario. Pero también manifestaron algo que atraviesa a muchos contratados y sorprende: “el miedo”
Sí, el miedo. Miedo a hablar, a contar lo que pasa, a protestar. “Al que habla o protesta, se le termina el contrato”, es la frase que se repite en voz baja por los pasillos de la Municipalidad. Una consigna que se impone con fuerza en una gestión que llegó prometiendo el fin de la precarización laboral. No estamos en la Formosa de Gildo Insfrán ni en la Catamarca de los Saadi. Estamos en Villa Nueva. Y es inaceptable que estas prácticas autoritarias y la explotación, se naturalicen.
Entre las denuncias que recogimos, se destaca lo ocurrido el pasado 2 de abril, feriado nacional. Ese día, trabajadores de limpieza fueron obligados a trabajar de 7 a 17 hs. Cuando terminó la jornada, se les comunicó que cobrarían la jornada como un día común. Lo que corresponde por ley, es el pago doble. Una picardia de muy baja estofa.
También denunciaron que algunos compañeros son trasladados a zonas rurales como Sanabria, donde realizan tareas desde las 7 hasta las 17 hs, pero recién son traídos de regreso a la ciudad cerca de las 18 hs. Esa hora de espera y traslado no se les paga. En la práctica, trabajan 11 horas por un sueldo de hambre.
A eso se suma la falta de ropa de trabajo y calzado adecuado, y los privilegios de algunos pocos que, sin cumplir horario ni tareas, figuran como si hubieran trabajado todos los días.
La gestión de Ignacio Tagni, que prometía terminar con el curro y dignificar a los trabajadores, se esta quedando a mitad de camino. Ya no hay cooperativas fantasmas, pero sí contratos precarios, silencios forzados y miedo a quedarse sin el único ingreso posible en tiempos de crisis.
Mientras tanto, la pauta oficial otorgada discrecionalmente por el intendente Tagni, sin saber a quien son receptores de ese dinero publico, sigue silenciando. Los medios callan. En cambio la miseria se reparte entre los que barren las calles y mantienen esta ciudad impecable.