El Centro de Adopción Municipal (CAM) vuelve a quedar bajo el ojo de la tormenta tras la denuncia de Matías Fernández, quien aseguró que su perro Hércules, un ovejero alemán en perfecto estado de salud, falleció luego de ser sometido a una cirugía de castración en las instalaciones del CAM. Fernández afirma que el animal comenzó a mostrar signos de malestar tras ser devuelto y murió por una presunta hemorragia interna.
El caso, que rápidamente se viralizó en redes sociales, expuso nuevamente dudas en la atención del CAM, gestionado por la administración del intendente Eduardo Accastello. La denuncia fue presentada ante la Fiscalía de Instrucción de Segundo Turno, a cargo de Juliana Companys, quien deberá investigar las circunstancias que rodearon el deceso del animal. Sin embargo, el municipio, lejos de asumir responsabilidad o responder a las críticas, decidió contragolpear con una querella contra Fernández, acusándolo de difundir información falsa y agraviar a los profesionales del CAM.
Falta de necropsia y un historial oscuro
A pesar de la gravedad de las acusaciones, hasta el momento no se ha realizado una necropsia al cuerpo de Hércules para determinar la causa exacta de su muerte. Este vacío alimenta las sospechas y la indignación de vecinos que exigen que se esclarezca lo sucedido.
No es la primera vez que el CAM enfrenta cuestionamientos similares. Durante la tercera gestión de Accastello, ya se había denunciado al veterinario Federico Soria por mala praxis, tras la muerte de una perra pitbull que también falleció por hemorragia interna luego de una cirugía realizada en el CAM. En aquella oportunidad, una necropsia ordenada por oficio judicial confirmó las acusaciones, pero el caso fue archivado por el entonces fiscal Gustavo Atienza, alineado políticamente con Accastello. Este antecedente de impunidad no solo enciende alarmas, sino que también deja entrever un patrón preocupante de impunidad.
Silencio y confrontación institucional
En lugar de abrir una investigación interna y atender las demandas de los vecinos, el municipio eligió la vía de la confrontación legal, buscando desacreditar al denunciante. Este tipo de reacciones no solo refuerzan la percepción de opacidad en la gestión municipal, sino que también evidencian la falta de empatía hacia las víctimas, en este caso, tanto el propietario del animal como el propio Hércules.
El caso, además, expone un problema mayor: la ausencia de protocolos claros para garantizar la seguridad de los animales que pasan por el CAM. Las denuncias de vecinos no son nuevas y apuntan a una gestión que parece más interesado en proteger su imagen que en garantizar la vida de los animales que pasan por sus instalaciones.
El caso de Hércules exige respuestas claras, una necropsia que determine la causa de su muerte y, sobre todo, cambios en la gestión del CAM.