A pocos días de las elecciones municipales, la política va logrando imponer su impronta en la vida cotidiana de los ciudadanos de Villa María, alcanzando niveles de tensión insoportables.
Es el momento en el cual los candidatos ponen el mismo cassette, llenando espacios con consignas armadas, que carecen de interés por ser excesivamente aburridas. Con frases y latiguillos que parecen sacados de berretas manuales de autoayuda.
En el tramo final de la campaña, surgen “sorpresas” que añaden más agitación al escenario político. Destaca la del referente local del Partido Libertario, Gustavo Soria, quien anunció su retiro de la lista encabezada por Julieta Ceballos, para sumarse a la alianza “Cambia Villa María”, que postula a Braulio Zanotti como candidato a intendente y a Guillermo Lorenzatti encabezando la lista de concejales.
Acto que daña las aspiraciones del propio Zanotti y a la política en general, produciendo rechazo en la población y explicando un fenómeno creciente: el desinterés generalizado a la hora de participar en el proceso electoral. La gente ya no siente motivación para acudir a las urnas, intuye que todos los partidos y candidatos son iguales: sin limites éticos, y que no resolverán sus problemas cotidianos, independientemente de su afiliación política.
La decadencia que atraviesa la política villamariense no es un fenómeno reciente; lleva años estancada y va empeorado con el paso de los años. La sensación de anomia es palpable, con un Estado municipal que, paradójicamente, creció en tamaño pero se ha vuelto cada vez más ineficiente e inútil.